martes, 5 de diciembre de 2017

Hipotecas multi…¿qué?

Montse Martínez (Grupo Gispert) - Diari de Tarragona 

Hace unos diez años y coincidiendo con el estallido de la crisis económica, no era extraño que algún conocido te comentase que había conseguido una hipoteca especial para su casa por la que pagaba bastantes menos intereses que el resto de sus conocidos. Eran las famosas hipotecas multidivisa. La lógica parecía muy sencilla: “el banco te hace la hipoteca en yenes, o en francos suizos, y como los intereses de estas monedas son bajísimos pagas menos cuota mensual”.

A nadie le extrañaba que en aquellas épocas difíciles la gente buscara alternativas para ahorrar. Pero luego vino la letra pequeña. El préstamo había que devolverlo en la misma moneda en que se había concedido; y lógicamente los pagos se iban encareciendo a medida que la divisa iba subiendo.




En algunos casos las oscilaciones han sido superiores al 60%; es decir que para un préstamo de 150.000 €, había que devolver el equivalente a 240.000 euros, más los intereses. A raíz de ello ha habido clientes bancarios que se han encontrado con que después de varios años pagando la hipoteca, su deuda pendiente es igual o superior a la inicial. Una auténtica ruina y un drama para los miles y miles de familias que optaron por una hipoteca multidivisa.

Por fortuna, tras innumerables vericuetos judiciales y legislativos que han llegado hasta Bruselas, los tribunales en España actualmente están dando la razón a los consumidores que han solicitado que se les reconsideren sus hipotecas, recalculando todos los pagos como si la operación hubiese sido hecha en euros desde el inicio.

Los préstamos multidivisa son un mecanismo muy interesante por ejemplo para empresas que necesitan exportar, o que cobran en moneda extranjera. Pero estas empresas tienen directores financieros que suelen saber lo que se traen entre manos, cubriendo unas posiciones de riesgo con otras más conservadoras, o utilizando mecanismos como los seguros de cambio.

El problema es cuando estos instrumentos empiezan a comercializarse entre consumidores que no acaban de entenderlos o que no son conscientes de los riesgos a los que se enfrentan porque no han leído la letra pequeña. Fue también el caso de las preferentes, de los swaps, y de otros productos financieros, diseñados para empresas pero que han acabado por ser habituales entre los particulares.

Si usted tiene la suficiente cultura financiera y además se toma la molestia de leerse la letra menuda de los documentos que firma, no debería tener problemas en contratar los productos financieros o de inversión que más le interesen. Pero esto es lo menos habitual.
 En los demás casos, lo más acertado es contratar solamente aquello que entendemos, conocer qué riesgos estamos asumiendo y no tomar decisiones basadas exclusivamente en el consejo de la persona que nos está ofertando el producto financiero.

Montse Martínez
Profesora de la Universitat Rovira i Virgili
Abogada Grupo Gispert

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